Reservas de la biosfera en RD: espacios clave para la conservación de la biodiversidad, el desarrollo sostenible y el ordenamiento territorial
República Dominicana cuenta con dos reservas de biosfera. La primera, Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, fue declarada en el año 2002; la segunda, Madre de las Aguas, fue aprobada el 5 de julio de este 2024.
Estos espacios designados por el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la Unesco son tan especiales que necesitan una gestión especial, dice Gloria Santana, encargada del Departamento de Vida Silvestre de la Dirección de Biodiversidad del Viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
“Porque son pequeñas muestras muy relevantes para la conservación de la biodiversidad; por eso se llaman reservas, porque es lo que nos queda…”.
Cuesta un poco de trabajo que la gente entienda cómo funciona una reserva de biosfera porque es un tema que tiene que verse como un ordenamiento del territorio, comenta Santana.
Así que la bióloga, con 46 años de labores en el área ambiental (comenzó en el Departamento de Vida Silvestre de la Secretaría de Estado de Agricultura que luego pasó al Ministerio de Medio Ambiente), lo explica para los lectores del Encuentro Verde de Listín Diario, al que asistió como invitada junto a Rosanna Guzmán, encargada de la División de Reservas de Biosfera y Corredores Biológicos; y Ruffa Gómez, encargada de la Unidad Coordinadora de la reserva Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, del Viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad.
Ordenamiento, conservación y desarrollo
Las reservas de biosfera pueden ser terrestres, costeras o ambas, pero deben tener una superficie lo suficientemente amplia que permita tres funciones: conservación, desarrollo sostenible y apoyo logístico, sostiene Santana.
“Pueden tener de todo, por eso hay que ordenarlas. Y es una forma de ordenar porque la reserva de biosfera lo primero que te hace es una zonificación. Cuando solicitas su designación estás ordenando y estás diciendo qué se puede hacer en cada lugar”.
La zonificación abarca tres niveles. Está la zona núcleo para la conservación, que concentra la mayor biodiversidad (especies endémicas, especies amenazadas, ecosistemas naturales, nacimiento de cuencas hidrográficas…) y que puede ser protegida o no (mejor si es protegida, expresa Santana).
En el caso dominicano, ambas reservas comprenden áreas protegidas: Jaragua Bahoruco-Enriquillo abarca tres parques nacionales y Madre de las Aguas diversas categorías: reservas científicas, parques nacionales, reservas forestales y vistas panorámicas, entre otras.
Siguen las áreas de amortiguamiento, aquellas que ayudan a conservar las zonas núcleo porque amortiguan las problemáticas que se desarrollen y reducen las posibilidades de que estas lleguen a la zona de conservación.
“En esta parte se puede hacer agricultura orgánica, apicultura, agroforestería, ecoturismo y actividades que sean compatibles con la conservación, porque son zonas donde convergen todas las instituciones del país: el Ministerio de Agricultura, el Indrhi (Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos), el Banco Agrícola… Ahí cada quien tiene su parcela. A los agricultores que tienen su territorio ahí no los podemos sacar. En esa zona lo que hay que hacer es trabajar para que con buenas prácticas –es lo que hemos estado haciendo muchísimo en Jaragua-Bahoruco-Enriquillo- se vayan cambiando los métodos de producción”.
La tercera zona es de uso múltiple y corresponde a zonas pobladas. “Allí se hace de todo, pero lo que se debe es ordenar de manera que lo que se haga no dañe no solo lo de afuera, sino a la misma gente; son zonas para realizar actividades de desarrollo sostenible”.
Manejo y gobernanza
De acuerdo con Santana, las zonas núcleo tienen su forma de manejo y en ese sentido no presentan problemas.
“Los problemas los tenemos en las zonas de amortiguamiento y en la zonas de transición, que es donde convergen todos los intereses que puedan existir: institucionales, personales, empresariales, organizacionales… Por tanto, ahí tiene que haber un mecanismo de coordinación que aparece en la misma propuesta de reserva de biosfera. Ese mecanismo de coordinación, esa gobernanza del sitio, hay que hacerla por obligación”.
La gobernanza como parte de la gestión de la reserva ha sido establecida mediante el decreto 212-10. Este decreto especifica quiénes formarían parte de ella y sus funciones.
“Todos los países que cuentan con una reserva de biosfera deben tener un Comité Hombre y Biosfera, que es el homólogo del programa Sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la Unesco. Nosotros no nos quedamos atrás; tenemos nuestro comité. El Grupo Jaragua lleva la secretaría de ese comité y el Ministerio de Medio Ambiente es la autoridad nacional”.
La gobernanza, sigue Santana, es lo que permite la permanencia de los ecosistemas, que los bosques productores de agua sigan produciendo agua y que se reduzca el impacto a la biodiversidad.
“El consejo y los subconsejos deben trabajar para visualizar cuándo se están produciendo los impactos y actuar sobre ellos, porque los impactos van a generar problemas para la reserva y para las comunidades; cuando se desbarata un ecosistema que está produciendo agua, les afecta a todos”, manifiesta Santana.
En el caso de la Unidad Coordinadora de la Reserva de Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, que dirige Ruffa Gómez, unas 100 organizaciones hacen parte de la gestión.
Allí están representados cuatro sectores, explica Gómez: las instituciones del sector público gubernamental de la región Enriquillo, el sector empresarial, los ayuntamientos y las organizaciones de la sociedad civil en sus diferentes niveles, entre ellas organizaciones sin fines de lucro y las universidades.
Aunque el decreto que crea esta estructura de gobernanza data del 2010, la unidad comenzó la gestión en 2015, con el proyecto “Aumento de la capacidad de adaptación ecosistémica en las reservas de biosfera fronterizas, Haití y República Dominicana (CAReBIOS)”, apoyado financieramente por la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ).
Esta reserva tiene un área de 4,858 kilómetros cuadrados e involucra una población de unas 400 mil personas en las provincias Pedernales, Bahoruco, Independencia y Barahona.
Cuatro subregiones para Madre de las Aguas
Bióloga con maestría en Manejo y Conservación de Bosques Tropicales y Biodiversidad, Rosanna Guzmán es la benjamina del grupo. Este año asumió como encargada de la División de Reservas de Biosfera y Corredores Biológicos del Viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad. Su trabajo conlleva la coordinación, gestión y seguimiento de las actividades que se realizan en las dos reservas de biosfera.
Ella adelanta a Listín Diario cómo van los trabajos de gestión de Madre de las Aguas.
“Estamos en el proceso de planificación. Es una reserva bastante grande y la parte de la gobernanza representa un reto”, indica.
Localizada en la cordillera Central, Madre de las Aguas tiene una extensión de 9,373.69 kilómetros cuadrados repartidos en 11 provincias: Azua, Dajabón, Elías Piña, La Vega, Monseñor Nouel, Peravia, San Cristóbal, San José de Ocoa, San Juan, Santiago y Santiago Rodríguez. Su zona núcleo abarca el 44.71 % de su territorio.
Debido a esta gran extensión, Guzmán señala que seguirán el modelo de estrategia usado en países con grandes reservas, como Brasil y México, y la dividirán por regiones.
“En este caso la dividiríamos en cuatro subregiones, agrupando las provincias más próximas y que tienen problemas ambientales similares o que se relacionen socioeconómicamente. Cada subregión tendrá una unidad coordinadora y habrá un coordinador regional que se encargará de supervisar y darle seguimiento a todas las actividades que se realicen en esas cuatro unidades. Este coordinador regional trabajaría de la mano conmigo, facilitando la conectividad y el trabajo local”.
El trabajo del coordinador regional, agrega Santana, es mantener una uniformidad con todos los trabajos, mantener el mismo hilo de trabajo para que no se dispersen.
“Estamos tratando de transferir el modelo de Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, que lo tenemos por decreto y además funciona, a la reserva Madre de las Aguas”.
Y añade: “Trabajamos en eso, tenemos ya un borradorcito pequeño de un plan de trabajo, la agenda a seguir para la puesta en funcionamiento”.
¿Qué hace falta mejorar?
Para Ruffa Gómez, en la reserva Jaragua-Bahoruco-Enriquillo “se necesita promoción dirigida a la población sobre cómo debe asumir, entender y comprender que es parte de ese territorio y qué implicación tiene ese concepto, que es más bien una forma de vida”.
Con promoción no se refiere a publicidad en la prensa o en la televisión, sino a una promoción educativa que comience en las escuelas.
“Tenemos también muchos aliados pero no es suficiente. Hay que agarrar a los niños desde chiquitos en las escuelas, porque ahí están los próximos síndicos, los próximos gobernadores”.
Ahí comienza el cambio cultural, agrega Rosanna.
También hace falta avanzar hacia la autonomía financiera de la reserva, porque no siempre se cuenta con el apoyo de padrinos.
“Tenemos un proyecto piloto: creamos un fondo y dos ayuntamientos están aportando dinero; es poco lo que se aporta pero por el momento nos conviene que sea poco, para aprender a administrarlo”.
Gómez propone involucrar a los hoteles y guías de ecoturismo en la promoción de los objetos de conservación de la reserva -“los jóvenes de las asociaciones de guías se involucran en las actividades de monitoreo que organizan el Ministerio y el Grupo Jaragua, que organiza el Grupo Jaragua”- y seguir promoviendo entre los agricultores un cambio en la producción desde el monocultivo hacia proyectos agroforestales.
“La reserva es un espacio que le permite articularse a cuatro provincias alrededor de dos temas indispensables para la vida de la gente y la conservación, que es la misma conservación de esos recursos naturales y de la cultura que hay que conservar, y el desarrollo socioeconómico de esos territorios…”