Opinión

Momento de un pacto para la transformación nacional

Mientras el mundo enfrenta incertidumbres y conflictos que evocan los peores capítulos de la historia, nuestro país se encuentra en un cruce de caminos distinto. Europa revive las tensiones de hace 80 años; en el Medio Oriente, la sangre sigue corriendo; y en todo el planeta, las ideologías dividen más que nunca a las sociedades entre extremos de izquierda y derecha. Sin embargo, en nuestra tierra, la conversación no gira en torno a conflictos ni divisiones, sino en concordia, progreso y visión de futuro.

Este espíritu de esperanza ha encontrado su eco en un llamado nacional, liderado por el periódico Listín Diario, la publicación más antigua en circulación en nuestro país. Desde sus páginas, junto a voces de líderes políticos, empresariales, religiosos y sociales, se ha planteado un desafío histórico: la concertación de un pacto político y social para sentar las bases de un desarrollo sostenido que transforme la nación en una generación.

Una visión de país compartida

Desde antes de su reelección, nuestro presidente ha hablado de esta visión. Planteó la meta de transformar a la República Dominicana en un país desarrollado, duplicando su Producto Interno Bruto para 2036. Este es un gran punto de partida. Lo que se necesita, quizás, es que se complete esa visión con otras iniciativas pasadas que vienen de otros lares y que puedan completar esta y se convierta en una hoja de ruta compartida y una visión pactada , donde de forma práctica y concreta se indique que elementos son fundamentales para transformar nuestro país en uno desarrollado económica y socialmente en una generación. Eso que se elija priorizar se debe desarrollar sin falla, sin cortapisas y sin descanso por 15 años.

Esta hoja de ruta no necesita ser extensa ni compleja. Debe enfocarse en lo esencial, en los cimientos que garanticen un crecimiento inclusivo, sostenido y tangible. Este esfuerzo requiere algo más que buenas intenciones: demanda compromiso, seguimiento constante y un pacto de largo plazo que trascienda las administraciones y los ciclos políticos.

Hay una expresión nuestra muy popular, que algunos de mis lectores estarán pensando: “ pero bueno, seremos suizos?” y les respondo, los suizos no lo son por raza, ellos han forjado su éxito colectivo a partir de acuerdos cumplidos, nosotros también podemos definir un camino y comprometernos a seguirlo. Porque, como ellos, llevamos el potencial dentro. No por casualidad somos hoy la séptima economía de América Latina, superando a países como Venezuela, Ecuador, Uruguay y Paraguay para sólo mencionar algunos. Nuestro crecimiento sostenido, casi ininterrumpido al 5% anual durante los últimos 50 años, es testimonio de nuestra capacidad. Que el nuevo dicho sea “ pero bueno, seremos dominicanos?”

De Abu Dabi a la Moncloa

La historia nos muestra que transformaciones profundas son posibles. En 1958, en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, el 98% de la población era analfabeta, no había escuelas ni hospitales. Hoy, es la ciudad más segura y los Emiratos uno de los países más desarrollados del mundo. Singapur, Corea del Sur, Vietnam, e incluso nuestra Madre Patria, España, han demostrado que es posible alcanzar el desarrollo con determinación y visión. El famoso Pacto de la Moncloa, firmado en un contexto de crisis política y económica, permitió a España sentar las bases de su modernización.

Nosotros no empezamos desde cero. Tenemos una economía estable y una sociedad con recursos humanos capaces de liderar esta transformación. Y tenemos una clase política y otros líderes nacionales que han manifestado públicamente su apoyo al pacto propuesto por el Listín. Necesitamos ahora un plan claro, una visión compartida y un compromiso firme.

Un regalo de Navidad

El llamado del Listín Diario ha encontrado eco en todos los sectores: partidos políticos, la Iglesia Católica, asociaciones barriales,empresarios, y los articulistas más prestigiosos del país. Este es el momento de actuar, de regalarle al país un pacto que no solo sea un acuerdo político, sino una promesa a nuestros niños y a los que aún no han nacido.

Es hora de ver a nuestros jóvenes NINIs (que ni estudian ni trabajan) no como un problema, sino como la materia prima del futuro. Este pacto debe garantizar que cada joven dominicano tenga acceso a la educación, al trabajo digno y a la oportunidad de ser parte de una nación desarrollada.

Que este pacto sea nuestro regalo de Navidad, un compromiso que cerremos hoy y que, al abrir los ojos dentro de 15 años, nos permita contemplar el país que soñamos. Un país donde todos ganemos, donde la prosperidad sea colectiva y donde podamos decir con orgullo: somos dominicanos, y cumplimos lo que prometemos.

El momento es ahora. La mesa está servida. Hagamos historia.

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