“Los tres golpes”
En el argot dominicano culinario se hace alusión a “los tres golpes,” para referirse a la suculenta tripleta de “huevo, queso y salami,” degustados en un desayuno dominicano, y por lo general acompañado de nuestro emblemático ‘mangu.’
En esta ocasión, me robaré esta frase para referirme a unos tres golpes en el argot deportivo, que no son suculentos ni nutritivos: “fama, dinero y poder.” Esta tripleta, a quien llamare FDP, ha causado daños irreparables a atletas pasados y continúa avasallando a atletas presentes.
La tripleta FDP ha desviado, corrompido y pervertido muchos deportistas que empezaron bien pero no pudieron terminar de la misma forma. La F (fama) enceguece, nubla, marea la visión, similar a cuando un poco de arena cae en un ojo, y aunque lo frotes no puedes recuperar en lo inmediato la claridad; D (dinero) emociona, entusiasma, excita los sentidos y no permite que se tomen decisiones pensadas y sus efectos a mediano y largo plazo; P (poder) es el más peligroso de todos, pues este crea la ilusión mental de una exoneración e inmunización a todo régimen de consecuencia que se pueda dar.
Los tres enredan los atletas de manera sutil, imperceptible y muchas veces inofensiva, pero son armas letales contra los cuales hay que prepararse para poderlos enfrentar.
Dada la demanda y exigencia de rendimiento del atleta, la mayoría no posee la consciencia, la determinación o la intención de tener que formarse para entender cómo manejar la FDP. Muchos delegan y relegan esta responsabilidad en su entorno inmediato, lo cual no está mal, pero el problema está en que hay o mucha deficiencia o mucha sagacidad en aquellos en quienes quieren delegar. Muchos minimizan el impacto que tiene dejarse agarrar infraganti por esta tripleta, que puede causar lesiones mayores y más dolorosas que cualquier operación o fractura que se pueda sufrir en una cancha o play.
La tripleta FDP no juega, es peligrosa y traicionera, y hay que entrenar y prepararse igual o mayor que lo que requiere competir contra cualquier rival de alto calibre.
“La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.”
Proverbios 11:3