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La Navidad en el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís

Más que un espacio de cuidado, el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís es un lugar donde cada envejeciente encuentra un motivo para celebrar y sentirse amado en estas festividades.

Cercanos los últimos días del año, las paredes del hogar resuenan con villancicos y los pasillos se llenan de coloridos adornos, luces y nacimientos.

Las rutinas diarias, marcadas por el descanso y la tranquilidad, se ven enriquecidas en diciembre con actividades que traen alegría y compañía.

Los aguinaldos son uno de los eventos favoritos, con la música que une generaciones y los recuerdos que brotan con cada melodía.

Para quienes viven aquí, la Navidad no es un recordatorio de lo que falta, sino de lo que se tiene: una comunidad que los valora y los cuida.

En el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís, las actividades de cada mañana comienzan con un acto de fe.

El templo del asilo, adornado con un majestuoso nacimiento de Jesús y flores frescas, es el corazón espiritual del lugar.

Aquí, los 192 residentes inician su jornada con la misa diaria, un ritual que no solo refuerza su espiritualidad, sino que también les brinda consuelo y esperanza. Las rutinas, marcadas por un horario estructurado, comienzan temprano con el aseo personal y un desayuno compartido a las 8:00 de la mañana.

Las áreas del hogar están divididas en seis: tres para hombres y tres para mujeres, incluyendo las semanerías donde residen aquellos que se valen por sí mismos.

Actividades para el alma

Arlene Cury, coordinadora de la tanda matutina, explica que el programa “Presupuesto por resultado” busca mantener a los ancianos activos y felices, especialmente durante la Navidad.

Las actividades navideñas incluyen aguinaldos y “angelitos”, donde los residentes intercambian manualidades que elaboran con esmero.

Además, disfrutan de juegos como el dominó y el bingo, y celebran los cumpleaños del mes con música y cantos. Incluso cuentan con un coro de ancianos y un programa de alfabetización que refuerza sus habilidades cognitivas.

“Para nosotros es poco, pero para ellos es mucho”, agrega. Esto es lo que reflexiona Cury, enfatizando el significado de las visitas, especialmente de los colegios, pues para los residentes representan una dosis de alegría incomparable.

Cury exhorta a las familias a cuidar de sus padres y abuelos, recordando con lágrimas la satisfacción de haber cuidado de su propia madre antes de su partida.

“No hay cosa más grande en el mundo que tú tener ese peso de: yo pude hacerlo y no lo hice” reflexiona, haciendo alusión a la procrastinación que se vive en la actualidad con los ancianitos. Sor Eugenia López, directora del hogar, también insta a las personas a ponerse en el lugar de los ancianos: “Cuando damos, recibimos el doble. Cuando miramos de lado, cuando no queremos ver una realidad y esta realidad nos choca o nos interpela, debemos pararnos a ver qué quiere decirnos”.

La visita del Presidente

La reciente visita del presidente Luis Abinader reafirmó el compromiso del gobierno con mejorar la calidad de vida de los envejecientes y fue recibida con gratitud por la comunidad del hogar. Abinader describió el hogar como un establecimiento ejemplar de “amor, de posibilidad y servicio a las personas más necesitadas”.

En nombre del Hogar de Ancianos externó su agradecimiento a la directora, Sor Eugenia López, quien valoró la visita del mandatario al tiempo de señalar que su misión es trabajar para todos los dominicanos, pero en especial para los más pobres.

La historia de Josefa

Entre los ancianitos destaca Josefa Martínez, de 87 años de edad, quien llegó al hogar por voluntad propia.

Sin hijos ni esposo, pero con una hija de crianza a quien quiso cederle su espacio, Martínez encontró en el hogar un lugar para vivir con dignidad y alegría.

“Nada es perfecto,” dice con sabiduría, pero asegura sentirse feliz en su nuevo hogar, donde cumplirá seis años en abril del próximo año.

Amante de la lectura y el periódico Listín Diario, recuerda los artículos de este medio que leía, recortaba y obsequiaba a sus amigos.

Además, mencionó otra de sus grandes pasiones, una gran colección de prendas tejidas en su casa.

Aunque sus ojos ya no le permiten leer como antes, su espíritu sigue lleno de historias y gratitud por el presente.

Para Martínez, la Navidad en el Hogar de Ancianos no es solo un período de celebración, sino una oportunidad de conectar con sus compañeros y mantener viva la alegría de estas fechas.

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