Emil Santana: “La enfermedad de mi abuela me dejó calvo y me fabriqué mi propio remedio”
Los abuelos y los padres raras veces se equivocan cuando “por encima de la ropa” suelen advertir que una persona es educada, respetuosa y noble. Cualquiera que, por los años o por instituto, tenga este don, sabe que Emil Santana cumple con este trípode de valores.
Sin duda, es puntual. Llegó a su hora, ni antes ni después. Calmado esperó para ser entrevistado, aunque, después que vio la verdad, no tardó en decir: “Yo estoy un poco nervioso”. “Tranquilo. Tú viniste a tener una conversación. No te asustes por preguntas, que no será así”. Se le dijo para que se relajara y, tal parece que eso fue una ‘misa de salud’. No se dio cuenta que desde ya, había comenzado la recolección de datos para contar su historia.
“Qué raro es ver a un joven crear una línea de productos de bella”. Se le comentó a modo de introducción para que comenzara a hablar sin sentirse cuestionado. “Fíjate, a mí siempre me ha gustado ver a las mujeres con el pelo bonito, pero en realidad, la inspiración para esto fue mi abuela. Hace dos años a ella le dio un ACV, en Estados Unidos y, cuando me lo dijeron, me sentí muy mal, al punto que comencé a perder el cabello, es decir, a quedarme calvo”. Cuando decía esto su rostro se veía triste, pero de una vez dejó saber que, cuando se hizo la entrevista, hacía sólo días que había perdido a su abuelita.
Se aprieta los labios, como señal de dolor, pero prosigue contando: “Cuando le puse atención a que se me estaba cayendo mucho el cabello, comencé a buscar solución. Me di cuenta que los productos que hay en el mercado, no contaban con todo el conglomerado de ingredientes para evitar la calvicie y echar cabello. Unos tenían, canela, por ejemplo, pero no jengibre, y así fui notando que, para realmente, lograr el objetivo, yo tenía que conseguir un producto con un contenido que los concentrara a todos”. Fue probando suerte con combinaciones hasta conseguir lo que buscaba y que hoy comercializa. Entre sus ingredientes están café, jengibre, canela, anís, miel, romeo, aceites y proteína de colágeno.
“¡Lo logré!”
Emil mismo fue el “conejillo de india” para someterse al proceso “prueba y error”. “Me puse a pensar: ‘pero en vez de comprar algo que sólo tenga uno o dos ingredientes para ayudar a evitar que se me siga cayendo el pelo y me ayude a recuperar el que perdí, es mejor que yo los una a todos en un sólo producto’. Comencé a inventar con la ayuda de mi prometida hasta que lo logramos”. Con disciplina, él comenzó a usar su “invento” y notaba que con rapidez y efectividad estaba consiguiendo su objetivo. No quiso quedarse solo él disfrutando de las bondades del producto logrado. Es ahí cuando decide compartirlo con los demás, hasta que vio en su invento, un modelo de negocio y amplía su fabricación y logra diversificar su apuesta con gotero, champú, tratamiento y demás artículos de cuidado para el pelo que ahora conforman su línea Sanji.
Se le preguntó de inmediato el porqué de este nombre y no tardó en decir con mucho orgullo: “Es la combinación de los apellidos Santana y Jiménez, el mío y el de mi pareja”. La mecionó varias veces durante la entrevista. No es para menos. Ella también se ha entregado en cuerpo y alma a este emprendimiento que en ocasiones los ha obligado a amanecer trabajando.
Cada uno de ellos tiene un trabajo fijo, pero, sin dejar de ser responsables en sus labores, están concentrados en seguir fortaleciendo su marca y lograr expandirla por diversas partes del mundo. “Te puedo decir que, a los 16 años entré como pasante a la Dirección General de Aduanas. A los 18 me nombraron y ya tengo16 años trabajando allí”. En esa institución todo el mundo lo conoce y es definido como un joven ejemplar, con un comportamiento impecable y mucha pasión por el trabajo. Estudió Comunicación Digital y está cursando en España, una maestría sobre Estrategia Comunicacional. Emil siempre va por más.
Emil es un candidato al Premio Nacional de la Juventud 2025
A la persona que sugirió que se escribiera la historia de Emil Santana, que es una compañera de trabajo suya, le llama la atención que su emprendimiento sea fabricar productos de belleza, sabiéndose que pocos hombres se interesan por esta área. Ella tampoco deja de hacer mención al trabajo de excelencia que éste realiza en la institución donde lleva 16 años trabajando fijo. Antes de que lo nombraran, ya tenía dos como pasante.
Gestiones van y vienen en Aduanas, “limpian” los departamentos cuando hay cambios, y Emil sigue como el “primer guandul”. “He visto pasar a mucha gente por la institución, y siempre me dejan, pues realmente, yo lo único que sé es trabajar, estar presto siempre para ayudar a un compañero, trabajar en equipo y adaptarme a lo que se haga”. Claro, siempre y cuando la honestidad esté de por medio, ahí está él.
“Todo el mundo me conoce en el trabajo”. Parece que algunos, sobre todo, con altos cargos, no sólo se saben su nombre, sino que conocen a profundidad su buen manejo, disciplina, responsabilidad, compromiso y su solidaridad para con los demás. Estos valores son el aval con defienden la postulación de Emil al Premio Nacional de la Juventud.
Para el dueño de este relato, ha sido un honor que funcionarios de su trabajo, personal de Apec y particulares hayan reconocido que él es un buen ejemplo para la sociedad y que perfectamente es merecedor de una distinción como esta. “El hecho de que ellos destaquen eso en mí, ya me hace ganador”. Lo admite con humidad, el joven que, con su cabeza muy bien puesta, sabe diversificar sus talentos.
“Me encanta aprender”
Emil es inquieto. El hecho de que haya admitido, antes de la entrevista, que estaba nervioso y al ratito ya ni se acorda de eso, deja al descubierto que su forma introvertida se impone a cualquier obstáculo que amenace con impedirle lograr lo que quiere. Ser hijo único de Nadia y Cecilio Santana, no lo ha hecho engreído.
Se muestra seguro de sí mismo. Eso sí, está claro en que esa seguridad se la han fortalecido los conocimientos. “Me encanta aprender, estudiar, prepararme… Eso me ha ayudado a escalar en el trabajo y a emprender en otras áreas, como la del cuidado del cabello”. De hecho, para elaborar los productos de su línea, se capacitó académicamente. “Hice diplomados, busqué mucha información, leo sobre el tema y todo eso me ha ayudado a lograr la buena mezcla de los ingredientes”. No juega con lo que hace.
¿Y cómo te ha ido con la acogida de los productos por parte de la gente? Se le preguntó. La respuesta fue sorprendente: “Bueno, nos ha ido tan bien que, desde que la gente vio los resultados en mi propio cabello, en un sólo mes vendimos 100 líneas”. Eso significó muchas noches de desvelos.
Cuando tiene esos pedidos grandes, no hay fin de semana libre. Él y su esposa se “fajan” a trabajar hasta que salga el sol. “Tratamos de avanzar cuando salimos del trabajo, pero sí, los fines de semana son fuertes”. Tratan de terminar los domingos a más tardar a las 6:00 de la tarde para descansar un poco y prepararse para cumplir con sus compromisos laborales.
Vale la pena el sacrificio. Las ventas son buenas. “Para que tengas una idea, hay personas que vienen de Estados Unidos y compran y se llevan varios productos, y la retroalimentación que me dan es que es sumamente bueno y efectivo”. Eso para él es un gran halago, pues siente que ha valido la pena el sacrificio.
El objetivo de crear la línea, no sólo ha sido monetaria para el dueño de esta historia. “Fue que cuando a mí me funcionó, me preguntaban qué estaba usando y al decirles, pues compartía con ellos un potecito, hasta que me di cuenta de que esto podría ser un buen emprendimiento tanto para ayudarme en las finanzas y como para ayudar a otros”. Hoy es una realidad y está optimista de que pronto podrá expandir su línea por diversas partes del mundo. “Me estoy poniendo en regla para conseguirlo con todas las de la ley”. Conociendo su expediente, pronto lo logrará. En cinco años se ve recogiendo los frutos de su entrega.