De la investigación a la acción
Estamos viviendo un momento trascendental en la historia de la humanidad, marcado por la cantidad de conocimiento generado en diversas áreas de la ciencia. Sin embargo, enfrentamos el gran reto de transformar ese conocimiento en acciones concretas que resuelvan problemas reales. En varias ocasiones muchas investigaciones académicas terminan archivadas, sin utilidad práctica, y el talento altamente cualificado, como doctores e investigadores, a menudo es desaprovechado por empresas que los consideran “sobrecalificados”.
La desconexión entre la academia y las empresas no es exclusiva de un solo país; es un fenómeno global que afecta particularmente a América Latina. Para nuestras sociedades, dejar investigaciones de alto impacto sin aplicación y talentos excepcionales sin aprovechar es un lujo que no podemos permitirnos. Si una organización desea innovar y crecer, ¿cómo puede lograrlo sin incluir en sus filas a las personas capaces de implementar soluciones innovadoras?
Aprovechar el conocimiento acumulado requiere construir puentes sólidos entre la academia, las empresas y la sociedad. Esta colaboración puede ofrecer múltiples beneficios al permitir la transferencia de conocimiento y tecnología al sector productivo, potenciar la innovación y el desarrollo económico, y mejorar la capacidad de abordar problemas sociales de manera eficiente y sostenible.
El camino para lograr esta transformación incluye políticas públicas que incentiven la colaboración mediante financiamiento y beneficios fiscales. Las universidades deben crear oficinas dedicadas a conectar a los investigadores con la industria, mientras que las empresas deben adoptar un cambio cultural para valorar a los doctores como activos estratégicos. Involucrar a las comunidades en proyectos garantiza que las soluciones estén alineadas con las necesidades reales y sean sostenibles.
En República Dominicana, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) lidera iniciativas que ejemplifican cómo construir este puente entre la investigación y la acción. La Unidad de Innovación en Bioplásticos y Biomateriales transforma residuos agroindustriales y sargazo en materiales alternativos a los plásticos convencionales, fomentando la economía circular. Esta unidad colabora hace un año desde su creación con empresas como SOScarbon, Consorcio de Cítricos Dominicanos (CCD), Font Gamundi, ADIPLAST y el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM). A través de estas alianzas, se desarrollan proyectos piloto y se promueve la transferencia de tecnología al sector empresarial.
Otro ejemplo destacado es el Laboratorio de Reactores y Biorreactores, donde se realizan investigaciones conjuntas con la empresa The GreenCell, INC, enfocadas en tecnologías de micropropagación celular. Estas tecnologías innovadoras buscan transformar procesos industriales y optimizar su escalabilidad. Además, en colaboración con la Asociación BANELINO y la FAO, INTEC ha desarrollado un biofertilizante líquido a partir del sargazo, que ha demostrado mejorar los cultivos de banano orgánico, demostrando cómo la investigación puede impactar directamente en el sector agrícola.
Estos ejemplos no solo ilustran el potencial de la colaboración, sino que también demuestran que es posible transformar el conocimiento en acción. Sin embargo, el desafío no termina aquí. El reto ahora es consolidar estas alianzas, replicarlas en diferentes contextos y garantizar que los beneficios se extiendan a toda la sociedad.
La investigación y el conocimiento no tienen valor si permanecen en un cajón. Es hora de construir puentes sólidos que conecten a la academia, las empresas y la sociedad para llevar las soluciones del laboratorio al mundo real.